En las últimas semanas hemos presenciado grandes protestas sociales
por los derechos de la educación, la salud y por el medio ambiente. Sin
duda, temas de gran importancia para ésta y futuras generaciones de
chilenos. Sin embargo, ante nuestros ojos, y sin darle mayor
importancia, los chilenos estamos presenciando un fracaso mayor que nos
afectará a todos por igual y que no ha generado una reacción de la
sociedad. Esta falta de reacción probablemente se debe al desconocimiento del impacto de lo que está sucediendo.
Chile se mantiene como una economía en desarrollo fundamentalmente porque durante los cerca de trescientos años de vida de la revolución industrial no
pudo unirse a los países que manufacturaban bienes y productos de alto
valor agregado en forma significativa, y tuvo que conformarse con ser un
proveedor de materias primas tales como el salitre durante
principios del siglo 20 y el cobre en el siglo 21. La razón de no poder
unirse al club de países desarrollados se puede explicar por las altas
barreras de entrada requeridas, tales como los niveles de inversión en
equipos y plantas, la infraestructura y los niveles de educación.
Cuando Chile se acerca paso a paso a llegar a ser un país
desarrollado del mundo industrializado, detrás de bambalinas viene
naciendo una nueva revolución, la Revolución Digital , donde sus pilares son el computador personal, la conectividad y, una vez mas, la educación.
La Revolución Digital anuncia un nuevo tiempo para millones de
personas, con el potencial de nivelar el terreno para que ya no sólo las
elites de un país tengan acceso a la educación, la información y la calidad de vida muy por encima de las líneas de pobreza,
en donde han permanecido por muchos años los países de la región.
Totalmente coincidente con muchos de los reclamos recientes de los
estudiantes y otros movimientos sociales.
Esta gran oportunidad la reconocieron en algún grado los gobiernos
que antecedieron al actual y desarrollaron el principio de una hoja de
ruta de alto nivel y que fue presentado a finales del año 2007 por el
gobierno de la Presidenta Bachelet bajo el documento “Estrategia Digital 2007-2012”.
Junto con este documento, se avanzó en la institucionalidad para
acompañar el progreso de la estrategia digital por el tortuoso camino de
las decisiones del sector público, mediante la creación del Comité de
Ministros para el Desarrollo Digital, que según el instructivo
presidencial debía presentar informes dos veces al año.
En agosto del 2010, el nuevo gobierno hace algunos cambios en la
estrategia digital. El comité de ministros cambia de nombre y pasa a
llamarse “Comité de Ministros para el Desarrollo Digital y de la Sociedad del Conocimiento”, agregando cuatro nuevos ministros al comité y focalizando los objetivos del “Desarrollo Digital”,
ya no Estrategia para distinguirse del anterior gobierno, en apoyar el
interesante plan de campaña de Sebastian Piñera en esta materia.
Recorriendo la página web del Ministerio de Economía no se encuentra
mención de informes del comité, todo lo que se puede encontrar en la
sección del comité de ministros es su conformación actual, pero no deja
de llamar la atención que de los cinco ministros mostrados, no nueve
como define el instructivo de agosto 2010, tres ya no ocupan el
ministerio miembro del comité.
Alfredo Barriga, quien ocupó la secretaría ejecutiva
de Desarrollo Digital desde marzo del 2010, acaba de renunciar
explicando que el motivo por el cual la “Revolución Digital” no ha avanzado bajo su dirección es porque en Chile esto “no es un tema”.
Absolutamente inexplicable proviniendo de esa fuente, porque
precisamente esa debiera ser la principal tarea del CIO del gobierno de
Chile, hacer de esto “El Tema”.
Pero la estrategia digital no sólo no ha avanzado con el nuevo gobierno, ha retrocedido.
Durante su gestión, se decidió desechar recursos del BID para avanzar
en la agenda digital, le bajó el perfil a los logros del programa de
infocentros, candidata al premio E-Indian Awards 2010 por el modelo de
apropiación social de TIC diseñado por SUBTEL en el gobierno de la
Presidenta Bachelet, llegando al extremo de solicitar,
inexplicablemente, bajar la candidatura antes de la selección final.
En resumen, todo el actuar de este gobierno en el tema de la
Estrategia Digital ha sido marcado por la absoluta improvisación en su
gestión y con la renuncia de Alfredo Barriga no estamos en el punto
donde estaba 18 meses atrás, sino que hemos retrocedido.
Sin la voz de los movimientos sociales exigiendo sus derechos digitales, es muy posible que Chile pierda una vez más la oportunidad de ser un país desarrollado dentro de la Revolución Digital y tan sólo llegue al desarrollo industrial 300 años tarde.
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