martes, junio 05, 2012

Culpables hasta que demostremos nuestra inocencia

Una columna vertebral en la totalidad de los estados de derecho de nuestra civilización, es la presunción de inocencia hasta que se demuestre culpabilidad. ¿Se imagina usted por Paseo Ahumada en el momento de un “lanzaso” que un carabinero lo detenga, lo lleve a una comisaría y le diga“usted es culpable hasta que me demuestre mas allá de toda duda que no lo es”?

Esto es lo que está a punto de suceder si algunas de las múltiples nuevas iniciativas de protección de la propiedad intelectual sean probadas en los próximos pocos meses. La pospuesta ley ACTA en Estados Unidos y los tratados multilaterales SOPA y TPP, al cual Chile se está adhiriendo, son el esfuerzo más reciente de algunas grandes empresas para limitar los derechos de todos los ciudadanos para favorecer sus derechos.

Aunque existe la tentación de sacudir los hombros y decir que nada de eso nos va a afectar, si alguno de estos intentos de limitar nuestros derechos ve la luz, tendrá profundo impacto en nuestras vidas.

Baste recordar el famoso caso Betamax, la industria del espectáculo de Hollywood intentó prohibir la producción y venta de videograbadoras, en un veredicto emblemático, la corte suprema de los Estados Unidos determinó que las videograbadoras solo hacían “uso justo” de la emisión legal de contenido. Esto permitió que un espectador que no pudiera ver un programa por estar fuera de casa lo pudiera grabar y, por extensión, poder grabar música de la radio que luego pudiera oírse haciendo uso del contenido sin ningún ánimo comercial. Si existiera algún uso que estuviera por fuera del dictamen de “uso justo”, el agraviado podría recurrir a los tribunales y presentar su caso, es decir, habría que probar culpabilidad.

Bueno, la industria del espectáculo, junto con grandes empresas de la industria del “software” propietario y otros interesados vuelven 30 años después a intentar parar el uso justo de contenido. Pero no quieren ser criticados por tímidos, esta vez quieren que se aplique presunción de culpabilidad para que no se pierda tiempo en tribunales y, aprovechando la oportunidad, no parar en la aplicación del concepto en los Estados Unidos sino en todos aquellos países que, queriendo aprovechar las ventajas de tratados multilaterales, “la zanahoria”, se comprometan a hacer cumplir la misma limitación de nuestros derechos, “garrote”.

En ese escenario un caso como el de la demanda de SCO contra Linux en el 2003 por plagiar contenido de programas fuentes y distribuirlo a través de Internet hubiera resultado en el cierre de todos los sitios que distribuyeran Linux, el pago de licencias a SCO por parte de todos los usuarios que lo hubieran bajado “ilegalmente” y la activación de demandas similares contra múltiples soluciones libres por parte de la industria de software propietario. No importa que en todas las instancias judiciales SCO haya perdido su litigio, el daño causado durante 10 años habría sido irreparable y hoy Linux se mantendría arrinconado.

La próxima vez usted que quiera bajar una imagen de la sirenita o algún súper héroe de la Internet para copiarlo en el pastel de cumpleaños de su hijo (a) piense si usted también puede perder sus derechos y si lo va a permitir sin hacerse oír.

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